Cuenta (Me)

Y ya de niños aprendemos… que la vida es ese océano en el que nadar, o nos ahogaremos… Quizá por ello, nos creamos nuestros propios salvavidas; esos objetos a los que abrazarse porque sabemos, intuimos, que no siempre podremos o sabremos mantenernos a flote… En mi caso, fue un cuento: “Alicia en el país de las maravillas”… Él me ayudó a inventarme caminos en los que las flores hablaran y no se pisaran… A perseguir a ese conejo blanco (mis sueños) aun cuando todo se pusiera en mi contra o el mundo me pareciera estar del revés. Siempre fui consciente de que era un mundo paralelo al mío, ese, al que por ciertos motivos, renunciaba… Aquel que me había defraudado y al que no podía dedicar mi tiempo ni, esos, mis sueños… Y fui feliz sabiendo (me) viva en ese lugar al que viajaba en secreto y en la oscuridad de mi realidad y mi alcoba. Supe, que si no dejaba de creer y luchar por mis anhelos y, aun cuando el mundo de fuera lo viera una utopía, lo conseguiría. Y lo conseguí. Porque hoy soy lo que siento; la felicidad son esos retazos de sueños e ilusiones que tenemos entre nuestras manos en cualquier instante. A veces, incluso etéreos, sin forma ni cuerpo. Porque… el secreto, siempre, somos nosotros…   

Y ya que nunca dejamos de ser niños… Dime… ¿Con qué personaje te identificas?... ¿A cuál recurriste en tus noches oscuras?... ¿Cuál te acompañó en la aventura de tu vida?... Y, cuando lo elijas, cuéntame tu historia en primera persona, versada, en metáfora o prosa, ficticia o real… (ese será tu secreto)… 

Cuenta (Me) *Paraíso De Letras*

Publish at Calameo

*Tapices*

https://paraisodeletras-blogueros.blogspot.com.es/2017/10/tapices-y-gifs-cuenta-me.html

Y el sol se acurrucaba

entre los pliegues de mi falda…

esos que bailaban

mientras mi cuerpo giraba,

giraba…

Alas de mariposa bañadas

en tinte inocente

y malva;

revoloteaban…

soñaban…

agonizaban las horas

de cuentos y hadas

sin saber;

sin saber (lo)

se despeñaban;

fin de cuentos

de corceles y cielos;

cuervos negros se pronunciaban

en el arrebato y osadía

de sus fúnebres

alas…

segadas,

rotas,

las de mis mil

mariposas;

sucedieron las horas…

Y entonces la vi,

envuelta en lazos y seda

sobre mi cama;

*Alicia*

Sonreí…

©Ginebra Blonde

Desde pequeña siempre estuviste ahí

jugando, haciéndome maldades pero eso sí

siempre al final de la noche acabábamos

juntas en la cama.

Mi madre me preguntaba que con quién hablaba

y yo le decía con nadie ...

pero como es posible si no te oigo hablar,

reírte y hasta enfadarte.

¡Yo…imposible! seguro que es la radio de papá.

Mentía a mi madre ella me hubiera tomado por loca

o tal vez por tener demasiada imaginación, pero yo era

feliz con mi hada, mi amiga y siempre mi consejera.

Con ella hice muchos viajes, todos a través de mi mente

y os puedo asegurar que los paisajes eran de lo más hermosos.

Hoy tras pasar un montón de años sigo siendo de mente la misma niña

que cada noche convive con su hada madrina en un rincón muy especial

de mi corazón.

©Campirela

A mí me gustaba imaginarme ser un pitufo. A ratos relacionándome con mis semejantes, y a ratos en mi casa en forma de seta. Había viñetas en las que se veía el interior de las casas de los pitufos, y eran muy acogedoras. En cuanto al carácter de los pitufos, tengo un poco de todos. ^_^

©Chema

Al no tener espacio propio me adentré en la casa de nadie y con todos.

Me fui a dormir al Palacio de los sueños con un sombrerero medio loco y yo tarambana con un gato al hombro.

Pero huyendo del grito de un Corazón Real me salí del cuento y me puse a llorar.

Nadé entre mis propias lágrimas y un barco me vino a salvar.

- ¡Oiga usted, Señor Capitán! Cuide su garfio o llamo a mi “Nana” para que le venga a ladrar.

Y en eso aparece Peter… más nefelibato que yo…

- ¡Vamos Wendy, nos esperan para jugar!

Y sin pensarlo dos veces o tres, con él me puse a volar.

Hasta mí llegó la voz de mi padre…

-¡Wendy, baja que te vas a enterar!

Con tanto alboroto de sueño… bajo la cama acabé.

- ¿Quién soy? ¿Dónde estoy?

- Shhhhhh. Mi hermana me mandó callar.

©Auroratris

Desde niña siempre he llevado en mis venas la sangre romántica... me encantaba disfrazarme jugando a ser princesa... recuerdo me ponía los preciosos camisones largos de encajes de mi madre... sus tacones altos... sus barras de labios... y me los pintaba... y me colocaba en cabeza una corona que lucía con mi melena larga... así me convertía en princesa... y así me veía... y así me sentía... y así volaba... y así bailaba con mi príncipe... mientras a la vez me miraba al espejo... y sentía sus besos en mis labios... recuerdo estremecerme cuando besaba el espejo ahora al trasladarme a aquella época el sentir esa sensación en mi piel desde mi mundo mágico e inocente sobre los cuentos que leía princesas y las películas que veía en el cine... siempre volando más allá con mi imaginación... tan ingenua y tan mágica...

©María Perlada

La contemplo desde lo alto

hermosa, silenciosa,

perfumada de nostalgia,

vestida de oscura belleza.

Me llama

cual canto de sirena

e invoca el nacimiento de mis alas

que se agitan en la altura.

Hasta precipitarme sobre un cuerpo

y saciarme de su sangre,

bebiendo de su bondad,

consumiendo su aliento.

La noche,

la noche da vida a mi alma

con su manto sombrío,

alimenta mi voraz ansia negra.

©Dulce

Pienso, regreso a mi infancia… No recuerdo cuentos. Es más, hoy sigo sin saberme muchos de ellos o los confundo o me invento finales y personajes… ¡Y que no se me discuta!

Aprendí a escribir y leer muy pronto. Antes de ir al cole. Y pasaba mucho tiempo sola, entreteniéndome entre cuatro sillas y unas sábanas a modo de universo de campaña. Ahí, mis juguetes, mis muñecas y mis historias de niña que pensaba más de la cuenta. Tenía mis ardillas, mi rana… Mis conversaciones en voz alta… Y mis largos silencios donde todo parecía ponerse en orden. Garabateaba, pintaba (mal como hoy) y hacia letras a mi libre albedrío (como hoy). Jugaba con mis muñecas y no sé si me inventaba historias. Solo las cuidaba y hacia comiditas. Creo que he sido una mamá gallina desde siempre.

No recuerdo a Campanilla, ni entendía a Ricitos de Oro, ni comprendía porque Blanca Nieves se fiaba de una desconocida, ni por qué la Bella Durmiente podía despertar con un beso… Y mi madre: ¿Dónde estás? Y yo: “Estoy ati, mamá.”

Y no me he puesto coronas para ser princesa pero sí he ido a coger renacuajos y ser como un cazador de tesoros, a caminar de puntillas y a subirme a las pinganetas como las cabras, a quitarles plumas a las gallinas y perseguir a los conejos. Sí, de princesa creo que he tenido muy poco.

©Mag

Mis horas de infancia volaban en las páginas de los libros que me rodeaban; empecé a leer muy pronto y así día tras día, en mi habitación, en el mar o en el bosque, en las noches bajo las sábanas me transformaba en todos los seres imaginarios que me dejaban el poso de su aventura. No era uno sólo de ellos, era todos... Era Sherezade contando mil y un cuentos, y era dentro de ellos la reina Budur disfrazada recorriendo mares y desiertos; fui Ulises buscando Ítaca y la maga Circe hechizando a quien arribaba a sus costas; fui Jo corriendo bajo la lluvia y Amy brillando en un salón palaciego; era Milady con su hombro tatuado y Edmundo Dantés lanzando al mundo su venganza; era la sirena con su cabello de algas, el pirata buscando tesoros, la hija del espantapájaros, la bruja volando en su escoba...

Fui todos ellos y todos en mí se quedaron...

©Zoraida

Recuerdo mi niñez de aventuras...

Llenos de miedos, sueños, y travesuras.

Por eso soñaba a ser la mujer maravilla,

Y como ella, brillar con su tiara y sus estrellas.

Llevar sus brazaletes de oro,

Su lazo mágico con decoro.

Para luchar contra los villanos,

Los bullying, de los chicos malos.

Ser toda una guerrera,

Ser briosa y defenderme cuando quiera,

Con el poder de la princesa Diana de Themyscira.

©Yessy Kan

Siempre me imaginé, y aun hoy necesito creer... mariposa en dos tiempos. El cierto y el que marca cada reNacer... ese mundo de posibilidades que albergan las peculiaridades que nos hacen creer. Tiritas que drenan las herIdas del ayer, las ausencias sobre la piel. Mariposa con corazas que se vuelve flecha frente a la marejada pero en el fondo sabe que es paloma mansa... perfilada por la espuma de cada atardecer. El amanecer de unas alas que se funden con la noche para Ser....

©Athenea

Fuí un intrépido capitán de barco,

fuí correoso correo del zar,

fuí pirata surcando los siete mares,

fuí un travieso niño del Misisipi,

fuí un huérfano niño por las calles de Londres,

fuí un niño volando por el país del nunca jamás,

fuí una niña impuntual en su bella carroza,

fuí ese Santi del otro árbol de Guernica,

fui esa Begoña de ese mismo árbol,

fuí un gigante en el país de los no tan gigantes,

fuí un Ulises sin Ítaca,

fuí todos estos personajes y mil más

para hoy sólo ser Javier.

©Don Vito Andolina

El candor cubría mis alas

iluminando toda mi ternura ...

arrebatando todo a cada paso que surcaba,

dejando huellas impregnadas con sabor a mí

despertando mis sueños en su boca.

Cuando su ventana cerrada como sus párpados

dormitaba en su dulzor ...

debajo de sus sabanas revoloteaba

me sentía, se erizaba ...

llovía primavera en la cima de mil volteretas,

vuelo rasante despojando cada poro de su piel

y así como Campanilla tan pequeña ... tan niña

elevaba su camino para que nunca cayera en el olvido.

Aun cuando cierra las ventanas en sus noches

aparezco y amanezco entre sus labios.

©Cora

Cuando nació traía la fuerza de un dragón en la sangre.

Nunca supo adaptarse a las reglas, pero sí supo desde muy joven imponer las propias.

Cayó, una y mil veces en su camino; pero se levantó otras tantas.

Rebelde por naturaleza; responsable por elección.

No fue una princesa, salvo que para su padre.

Y obviamente nunca llegará a reina, y no que lo pretenda.

Sólo le basta llevar las riendas de su vida, de su corazón, y de su alma.

©Misthyka